CON LA LLEGADA DE LA PRIMAVERA EN MI PUEBLO.
Dr. Vicente Mota y Orduña.
Agradecemos la Dr. y poeta misanteco Vicente Mota y Orduña, la colaboración para Misantla MX, texto publicado por el Semanario “El Pregonero” de Misantla.
Tan íntimo y tan pequeño, mi pueblo, yo siempre lo recuerdo, como se evoca siempre ese tu primer beso que no ha borrado el tiempo.
Como un salmo llegará la primavera a nuestro pueblo, como un canto de alegría en el que el trinar de los pájaros será como una sinfonía que escuchamos al despertar y nos invita a disfrutar de lo que Dios nos ha dotado.
Y vuela el pensamiento repentino y sereno, trayendo a la memoria los más bellos momentos, y se elevan al cielo llevados por el viento, y sutiles y hermosos, surcan el pensamiento.
Tan íntimo y pequeño, tan exquisito es que mueve al sentimiento: Así es mi bello pueblo, y por ello es que lo recuerdo con optimismo y celo. Qué bonito es nuestro pueblo con sus paisajes llenos de colorido. A unas horas de la llegada de la primavera, predomina el calor y el azul intenso del cielo. Todo es transparente y el verde abunda por doquier. Cuando llega la noche, pueden verse las estrellas en el firmamento y disfrutas echado en el piso y boca arriba, del cielo esplendoroso mientras la luna es testigo de tus sueños y te arrulla el canto de las chicharras y los grillos.
Así es en mi tierra la Señorial Misantla, y esta vez, con tristeza tendré que aguantar las ganas de visitar el pueblo en aras de contribuir a que termine la pandemia de una vez por todas.
Sin lugar a dudas, lo que más me hace feliz en la vida es volver a Misantla. Me gusta volver a la casa que me vio crecer y recordar las cosas que viví durante mi niñez y mi adolescencia, porque cuando se llega al pueblo, el mundo se calla y la noche es suave como el vuelo de una torcaza. Me gusta evocar a mis padres y les imagino alegres de verme llegar. De mi madre, siento su presencia como un perfume que se esparce y llega desde el patio con las flores que cultivaba; y me parece ver a mi viejo recorrer la casa con paso firme y sus ojitos alegres de mirar los nietos…Ramilletes de sucesos que han trascendidos los años.
Muy pocas oportunidades hay ya de visitar el pueblo, y con esto de la pandemia mucho menos por las restricciones en la movilidad que nos impone, pero cuando lo hago, recorro mi barrio que, aunque distinto, sigue siendo hermoso, pintoresco, y me llena de satisfacción traer a la memoria los juegos de mi niñez mientras el viento se mete entre los árboles y recorre las calles, y las acaricia dulce y tibiamente.
Me llena de optimismo evocar el terruño, recorrer sus caminos y sus campos llenos de flores y de abundante vegetación, pero lo que más me gusta estar en la casa paterna, llegar al pueblo siempre será motivo de una inmensa alegría. Se necesita estar lejos de la tierra que te vio nacer para tener ese sentimiento y atesorarlo en el corazón.
La expectativa de disfrutar de la belleza campirana, del rio, de la paz y la tranquilidad, es mucha cuando se trata de llegar al terruño. Siempre que vuelvo a mi casa -que es mi pueblo- recuerdo, no sin pesadumbre aquello que fui mientras vagaba por sus calles. Y es que mi pueblo guarda rasgos para siempre, y eso me da a pensar que sigue siendo el mismo, aquel en el que me hice adolescente, ese donde descubrí el mundo, y tuve sueños, y descubrí la vida, y forjé mi destino. Sólo uno sabe lo que siente cuando se encuentra lejos.
Seguiré expresando lo bella que es mi tierra, con mis versos, con mi poesía, en mi prosa. Siempre estaré feliz de estar en mi casa. A eso sin duda me gusta volver a mi pueblo. Aunque cuando tienes que partir, existan dejos de tristeza. Esta vez, igual que muchas otras, no iré a disfrutar de sus paisajes, de su gente, de su gastronomía, pero me llena de optimismo que pronto serán otras las circunstancias.
Por el momento, solo me resta exhortarlos a que sigamos cuidándonos, a que no seamos renuentes a las medidas recomendadas, a no bajar la guardia, y a tener el ánimo por arriba de las circunstancias. Como un salmo llegará la primavera, como un canto de alegría en el que el trinar de los pájaros será como una sinfonía que escuchamos al despertar y nos invita a disfrutar de lo que Dios nos ha dotado. Tan íntimo y tan pequeño, mi pueblo, yo siempre lo recuerdo, en el habitan los recuerdos que te hacen subir al cielo y sientes que entre arreboles los ángeles te rodean y con amor te reciben con abrazos y con besos. Por ello yo lo recuerdo, como se evoca siempre ese tu primer beso que no ha borrado el tiempo…Y como un salmo llegará la primavera.
Vicente Mota y Orduña médico de profesión, poeta por definición, oriundo de Francisco Sarabia, municipio de Misantla, radicado en Morelia, Mich. siempre preocupado por la cultura misanteca, de su vida, de su acontecer, terruño al que ama de manera entrañable.
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