LA QUEMA DEL VIEJO, EL 31 DE DICIEMBRE.
Trabajo elaborado por el el Lic.Ángel Miguel Cuevas y Pérez a quien agradecemos su colaboración.
Ángel Miguel Cuevas y Pérez
Cronista de la Ciudad.
“Una limosna
Para este pobre viejo
Una limosna
Para este pobre viejo
Que ha dejado hijos
Que ha dejado hijos
Para el año nuevo.
Yo no olvido el año viejo
porque me ha dejao cosas muy buenas
aaahhhiii yo no olvido no,no,no el año viejo
porque me ha dejao cosas muy buenas…”
Al llegar al mes de diciembre, sabemos de las fiestas y tradiciones que trae consigo; dice el viejo refrán popular que recordar es vivir y quien no va a querer recordar los momentos felices que hemos vivido en nuestra niñez, juventud o en la etapa adulta, y más si se está lejos de la tierra donde tenemos nuestro origen.
Pues bien, en la entrega anterior hablamos de La Rama como una tradición popular de las fiestas de diciembre, ahora tocaremos el tema aunque sea un poco breve de otro de los préstamos culturales que hemos asimilado los mizantecos tal vez por la presencia de paisanos nuestros que han estado en otras regiones del Estado o del País y que las han traído para quedarse, e integrarlas a nuestras costumbres. De unas tres o más décadas atrás, alguien hizo un muñeco vestido con ropa vieja relleno de viruta u otras cosas con una gran cantidad de estridentes cohetes para que al momento de quemarse produzcan la explosión levantando una cantidad de partículas luminosas ante la mirada curiosa de chicos y grandes, tal vez con la finalidad de acabar con el año viejo y con el todos los deseos y las promesas incumplidas o no realizadas, y dar paso al año nuevo con las esperanza de algo mejor para nuestras vidas.
En Mizantla a finales de los años treinta y principios de los cuarenta la celebración del fin de año inclusive la de navidad era muy distinta a la que vivimos en nuestros días, la de navidad era más apegada a la tradición religiosa y la de fin de año era un tanto social, nuestras abuelas un poco más grandes, comentaban de un baile tradicional la noche del 31 de diciembre, en el cual a la media noche salía entre los asistentes rumbo a la entrada una persona vestida de anciano con sombrero en la cabeza y bastón en mano, todo jorobado que simbolizaba las penas y sufrimientos en ese año, a la salida de éste entraba otro personaje un niño o joven vestido de ángel con todo su atuendo con tiara cruzada al pecho con el número del nuevo año sonando entonces las doce campanadas entre la algarabía de la gente y entre aplausos los abrazos de buenos deseos.
Pero vayamos brevemente al origen de este viejo personaje que hoy nos ocupa, algunos investigadores nos dicen que podría tener una procedencia Celta en su celebración del año nuevo en los primeros días de noviembre junto con el famoso Halloween, otros señalan que ni siquiera pudiera ser española por la relación existente con ese país y que si podría tener su origen en la cultura afro caribeña por el ritmo de los cantos que también son cantados cuando se pasea La Rama, principalmente en el sur del estado de Veracruz, en Comoapan municipio de San Andrés Tuxtla se le conoce a la quema del viejo como “Chalon”, mientras que en Oluta se le llama “Chenu” y también “Sancuchi”; en Oluta la maestra Rita Alafita Cronista de ese lugar señala que el fin de año tiene características principales porque la quema del viejo se acompaña de una farsa teatral que más bien parece pastorela acompañada por una danza que recorre las calles del pueblo, dice que el personaje fue real y se llamo Juan Chenu y que vivió mas de cien años, siendo su nombre real Juan Nepomuceno nacido en 1826 que pasando su nombre a la lengua popoluca de Oluta pasa como Juan Chenu.
El maestro Roberto Williams García (+) escribió (1984) que la quema del viejo debe tener reminiscencias olmecas debido al nombre presuntamente popoluca, que se da en Oluta al Año viejo: Sancuchi y que traducen como vejestorio o viejo inútil, que para Williams puede tomarse como tiempo transcurrido o computado. Para él Chenu deriva del chinanteco. De hecho los popolucas de la sierra de Soteapan al término del año el 31 de diciembre recurren a la medianoche a lavar al rio sus figuras arqueológicas como amuleto para tener prosperidad en el año nuevo. Recordemos que dentro de nuestra cultura mesoamericana su última fiesta anual estaba dedicada a Xiuhtecutli, el dios del fuego llamado también Ixcozauhqui, el de la cara amarilla, o Huehueteotl el dios viejo. Esta tradición de la quema del viejo en el sur de Veracruz ha trascendido a los estados vecinos como Tabasco, Chiapas y Oaxaca a todo Veracruz y lugares del centro del País. Nuestro amigo y siempre recordado maestro Antonio Salazar Páez (+) quien fuera cronista de la ciudad y puerto de Veracruz y posteriormente de Boca del Río, decía que la tradición de la quema del Viejo había nacido en la ciudad de Veracruz, en el año de 1875 y que había sido tomada de los aguinaldos de Cuba como protesta social. La inician un grupo de estibadores y mulatos dirigidos por M. A. Brovil, quienes recorrían los patios golpeando latas y cencerros, pidiendo aguinaldo a sus patrones. Quienes acompañaban al viejo recibían botellas de licor, alimentos o ropa vieja (sobre todo chalecos y bombines) que lucían en las fiestas organizadas en los patios de vecindad del Puerto.
Las características de todas nuestras fiestas y tradiciones van a tener un profundo significado que nos lleva a conocer nuestra propia identidad, la quema del viejo en nuestra Ciudad es un préstamo cultural como decimos los cronistas e historiadores para enriquecer nuestra cultura y no cerrarnos al aporte cultural de otras etnias que también habrán de tomar algo de la nuestra.
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