CANÓVAS: JEFE CANTONAL

CANÓVAS: JEFE CANTONAL

Trabajo textualmente tomado de la página “Descubriendo a Misantla”  que por su interés reproducimos en Misantla MX, agradeciendo de antemano a su creador su comprensión y apoyo.

¿Sabías que hace 117 años nuestros indígenas misantecos fueron obligados a dejar de usar la vestimenta autóctona, y los que se rebelaban a hacerlo, los obligaban a trabajar en la construcción del puente viejo, o puente Canóvas?

El puente Francisco Canóvas fue construido en el año de 1906, cuatro años antes de que empezara la revolución mexicana. Se le conoce con este nombre porque fue construido por el entonces Jefe Cantonal de Misantla, Francisco Canóvas y Pasquel.

Canóvas era un ingeniero que había llegado a Misantla a realizar trabajos topográficos en la región. Su amigo, el entonces Presidente de México, el general don Porfirio Díaz, lo nombró Jefe Cantonal de Misantla.

Canóvas tenía un pensamiento europeo como el del presidente Porfirio Díaz. Pensaban que para poder modernizar a México se tenía que modernizar primero a los indígenas.

Por eso, un día nefasto para la historia de nuestro pueblo, Francisco Canóvas y Pasquel emitió un injusto decreto. Les prohibía a los hombres y mujeres del cantón que entraran a la ciudad vestidos a la usanza autóctona.

Los indígenas que bajaban de la sierra a realizar su comercio a la ciudad, a partir de entonces, tendrían que entrar vestidos a la usanza moderna. Al principio, los indígenas no podían creer que esta orden fuera cierta. Y no le hicieron caso.

Se resistieron a vestir como vestían los hombres modernos. El calzón y la camisa de manta de los hombres, el quexquemetl  y la mantilla de las mujeres, era la vestimenta que habían usado sus padres y sus abuelos.

No concebían en su mundo autóctono otro tipo de vestuario. Era su identidad. Vestirse a la manera moderna sería ridículo y una ofensa para sus antepasados. Por eso decidieron desobedecer la orden.

Los totonacas de las comunidades serranas como Salvador Díaz Mirón, Gutiérrez Nájera y Pueblo Viejo, siguieron entrando a la ciudad cargando sus mercancías y vestidos de manta. Pero Canóvas no estaba dispuesto a retroceder en su proyecto.

De inmediato, hizo que apresaran a quienes desobedecían la orden. Empezó por encarcelar a los hombres durante varios días, y como pago de una multa, los ponía a trabajar durante varias semanas en la construcción de este puente.

A las mujeres, en cambio, les aplicaba la peor de las humillaciones que en aquella época podía recibir una mujer indígena: en medio de la plaza pública, les cortaban las largas y gruesas trenzas. Con estos castigos crueles y humillantes, poco a poco los totonacas misantecos empezaron a ceder.

Primero a medias. Bajaban de la sierra y al cruzar el río se ponían la ropa moderna y entraban a la ciudad. Pero de regreso a sus comunidades, cruzaban el río y los hombres se volvían a poner el calzón; las mujeres, el quexqumetl y la mantilla.

En 1911, un grupo de revolucionarios que combatía a los porfiristas en la región se asentó en la ciudad y Francisco Canóvas tuvo que salir huyendo del Cantón. Sin embargo, la injusta ley Canóvas ya había penetrado en la costumbre de los indígenas misantecos.

Pocos años después, la vestimenta originaria de esta cultura totonaca finalmente desapareció para siempre. El puente Canóvas fue derribado de manera parcial por una inundación en los años siguientes.

Desde ese entonces, quedó inservible y sólo como una ruina. Por eso, hoy lo conocemos como el puente Viejo o puente roto.

Construido por nuestros indígenas totonacas de hace más de un siglo, es también, un monumento a la memoria del brutal desarraigo cultural al que la modernidad nos obligó a participar.

Foto: Crédito a quien corresponda.

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