LOS ARRIEROS EN MISANTLA.
Parte del texto del libro PLÁTICAS CON UN AMIGO de la autorÍa de Agustín Castro Mancera a quien agradecemos permitiera publicar en Misantla MX y recordarnos esta noble actividad de aquellos hombres.
“Los arrieros fueron fueron aquí y son de allá “se han resistido a dejar de existir”… un conjunto de gentes con características muy especificas. Eran los dueños del lenguaje más florido que mucha gente afirma jamás haber conocido. Sin embargo, cuando se mira la vida de ellos sin recelos y ni dados cargados se encuentran con un tipo de gente fuerte y noble. Que si son como los conocemos es porque esa vida sin parangón que llevan lidiando siempre con sus bestias les obliga a ser rudos y mal hablados. Pero también traen en uso aquellos que se escandalizan con su lenguaje florido.”
“Lidiar diariamente con una recua de mulas de diferentes temperamentos y con más de cien kilos encima de carga de variados productos de la tierra, o de mercancías que se compran en centrales de basto para surtir los changarros de la pequeña comunidad no es cosa de juagar a las canicas. Si un animal “trastabilla” en plena pendiente pedregosa de la montaña, o si hunde en el fango de los caminos no le queda otra más gritarle para darle ánimos y que saque fuerzas de la flaqueza para sobreponerse. Aquí es donde aprende a lanzarle sapos y serpientes mas si el animal muestra necedad o es obcecado en obedecer las órdenes que le da el amo. O porque de por sí ya carga la etiqueta de rejego.”
“Van unos botones.
A la vera del camino un campesino solito trataba de subir a su caballo sendos bultos de café ayudado solamente por una horqueta; se detuvo el arriero dejando avanzar sus mulas, le ayudó a cargar subiendo el segundo bulto, amarraron la carga y salió corriendo a alcanzar su recua..otra ocasión como la ruta de ese día la iba a caminar dos o tres veces, al pasar a preguntar por la salud del enfermo que no podía dejar ya la cama se ofreció a a traerle del pueblo las medicinas que no tenía quien se las acercara. Y así lo hizo, sin esperar ni pedir nada a cambio.”
“Eran los amos y dueños de los caminos de herradura como se les conocía a aquellos senderos en la montaña y en la llanura, porque cuando se les encontraban en el camino sobre todo de la sierra, era buscar el remanso más propicio y esperar a dejar pasar la retatumba de diez o quince o hasta veinte acémilas en fila, de una a la vez. Pero cuando la senda se hacía amplia se desparraman y de todas formas llenan el espacio andable.”
Fotos: Tomadas de la WEB
Comentarios de Facebook